Muchas personas piensan que “ser alguien independiente” quiere decir tener el suficiente dinero como para no depender de nadie. Otros indican que la independencia se adquiere al poder elegir qué hacer sin pedir permiso a los demás. Ambas definiciones son correctas pero también pueden combinarse en algo que se adapte mejor a lo que realmente quiere decir “ser independiente”.
Ganar dinero suficiente para vivir a veces es algo relacionado a la necesidad y no tanto a la voluntad. Además, la autonomía debería ir más allá del saldo que tenemos en nuestra cuenta bancaria o el efectivo en nuestro bolso. Si puedes pagar tus gastos ¡Enhorabuena! Pero eso no es lo único que necesitas para ser netamente independiente.
En realidad, la autonomía está más relacionada a la capacidad de controlar tu vida, saber hacia dónde ir, no esperar que los demás te digan qué hacer, etc. También la independencia tiene que ver con tus capacidades para solucionar las cosas, tus aspiraciones y objetivos, tus habilidades para hacer tus tareas por ti mismo sin precisar la ayuda de los demás, la manera con que miras el futuro, etc.
Entonces entran en conflicto “querer hacer algo” y “poder hacer ese algo”.
En mi caso, por ejemplo, la primera parte está clara, es en la segunda donde surgen cientos de inconvenientes… ¡¡¡Qué impotencia!!!
Cualquiera puede enfadarse, eso es algo muy sencillo. Pero enfadarse con la persona adecuada, en el grado exacto, en el momento oportuno, con el propósito justo y del modo correcto, eso, ciertamente, no resulta tan sencillo” (Aristóteles)
Y te tienes que apoyar en otra/s persona/s para conseguir el fin, tu objetivo, que no tiene que ser una gran meta, no, no, me refiero a simples acciones. Aprender quiénes están comprometidos para impulsar la igualdad de oportunidades para las personas discapacitadas y para todas las personas que tienen reducidas su movilidad en el disfrute de su ocio o tareas.
¿Eres capaz de aceptar a cada quien como es?
Realmente todos somos únicos, tanto en nuestra perspectiva de la vida como en nuestras actitudes, sentimientos y experiencias. Nunca ha habido un duplicado exacto de nosotros, ni nunca lo habrá. Eres irrepetible, no existe nadie como tú en todo el mundo, cada uno tenemos nuestro TOQUE DIFERENTE.
Son justamente las diferencias y características personales las que hacen que la vida sea interesante, un desafío. El trato con otras personas que ven la vida de forma diferente es lo que hace más ricas a las relaciones. Lo lamentable es que estas diferencias a menudo pueden llevar a conflictos sin resolver, y a decepciones.
Es fundamental aceptar la singularidad de los individuos, sin embargo no es tan sencillo como decirlo. No podemos culpar a los demás por no ser como a nosotros nos gustaría. No debemos exigir de los demás que actúen, piensen y trabajen igual que nosotros, porque esa actitud nos va a ocasionar problemas, indefectiblemente. Cuando estamos mirando lo que hacen los demás, nos perdemos la oportunidad de disfrutar el presente con ellos, sin establecer juicios paralelos.
Nadie cambia sin más, simplemente porque tú quieres; no funciona así. Y si esperas que esto ocurra, vas a ir enfadándote cada día más, hasta que un día cualquiera “todo explote.”
¡Acepta las diferencias!