UNA HORA PASEANDO… EN SILLA DE RUEDAS!

Esta persona probablemente se levantó al día siguiente con agujetas agudas en los brazos. Puede que también con las piernas un poco entumecidas. Pero esos dolores serán pasajeros. Su atadura a una silla de ruedas duró apenas una hora, lo que tardó en bajar y -lo peor- subir del vestíbulo del Centro Cultural de la Villa, en Colón, cruzar Castellana y llegar con la lengua fuera al inicio de la calle Génova impulsándose sólo con las manos.

«Parece fácil al principio, pero ya verás en la curva». Quien infundía así ‘ánimos’ al usuario ocasional de silla de ruedas era Miguel Ángel Oca, de la asociación Aspaym. El «sillero por un ratito» resoplaba mientras afrontaba el presunto tramo de rampa sencillo para subir desde el Centro Cultural de la Villa, encajado bajo la fuente de Colón, hasta el nivel de calle.

En los momentos iniciales, se le escurría la voluntad por los poros: «No me toques, que puedo solo». Después, llegó la fase de constatación de la realidad: «Ahora entiendo por qué me han dejado unos guantes». Al final, la resignación: «No puedo ya con los brazos…». Y, sin rechistar, se dejó empujar el resto de la empinada cuesta arriba para no perder las extremidades superiores en el intento.

Siguiente obstáculo, las baldosas con protuberancias instaladas en las aceras de la Castellana para que las personas invidentes sepan que está próxima la calzada. «Tienen tanto grosor que con las sillas de ruedas hay que hacer un sobreesfuerzo».

X desgranó algunos obstáculos que a diario sufrimos quienes están encadenados sin elección a una silla de ruedas, como los accesos a los hospitales Gregorio Marañón y 12 de Octubre, los escalones para entrar en el Paraninfo de la Universidad Complutense de Madrid o el Panteón de los Hombres Ilustres, el ascensor del Metro de Moncloa que deja de funcionar a las 11 de la noche… «Lo que yo he pasado durante una hora ellos lo pasan todos los días», concluyó antes de volverse a apoyar en sus pies para continuar con su agenda.

Invitaría a todos los políticos a que se metan en la piel de las personas con movilidad reducida: Sufrir los bordillos de las aceras, las rampas prominentes… Hay que tener la experiencia para saber lo que se siente.

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