PARECE QUE DUELE MENOS

«Pasan los años y cambio según sople el viento, cambio según mis sucesos, y cuando más lo necesito más ruego porque aquello que me contaron sea cierto. Me aferro al póster, a la guía, al pilar que soporta mi peso, sin darme cuenta de que hundo el suyo hasta hincarlo en la fría y dura tierra.

¿Por qué el destino nos hace sufrir? Y lo más triste ¿por qué he de hacer sufrir con mi destino a los demás?.

El dolor, me enseñaron, que debo evitarlo, huir de él, negarlo. Sin embargo, vuelve con más fuerza y no abandona, y se aferra…

Me enseñaron a no pensar en él, me ensañaron a buscarle siempre remedio, me enseñaron a tomar medicamentos, y mil remiendos. Me dijeron que lo ignorase, que focalizase la atención a otra cosa, que huyese de su presencia como huiría del diablo en persona.»

En algunos momentos de nuestra vida, quizá para muchos, este diálogo interno nos puede ser familiar.

Nuestra cultura nos enseña a huir del dolor, a buscarle remedio, pero es que los remedios son remedios, no remiendos con los que tapar aquello que nos asusta.

Y es que la sociedad moderna no admite el dolor, lo entiende como antinatural y ahí empieza el gran problema, lo desnaturalizamos con lo que lo convertimos en un enemigo del que debemos huir y no en algo molesto que es natural, que todos nos toca, en mayor o menor medida.

Muchos problemas físicos tienen solución, otros no, y en algunos otros los efectos secundarios de la medicación generan más mal que aquello que nos dolía. Incluso, a veces, cuanto más huimos de él, es decir, menos intentamos pensar en él, o más evitamos su pensamiento con más fuerza reaparece. Esto nos deja sin defensas. ¿No podemos hacer nada con él? Sí que podemos, y es aprender que el dolor es sólo dolor, y que su alivio depende bastante de cómo nos enfrentamos a él.

El dolor aparece como las mareas, viene (y entonces parecen ratos eternos) y va. Así, aprendiendo a vivir con ello, no desde la sumisión, no desde la indefensión, sino desde la aceptación y luchando por nuestra vida de forma activa.

 

Y aunque en muchos casos es difícil, y aunque nos aterre; con el dolor también se puede aprender a vivir, a disfrutar del momento y de otras cosas buenas que nos da la vida.

Un comentario en “PARECE QUE DUELE MENOS

  1. Una sabía reflexión, Laura.
    El dolor, si se puede evitar, es mejor no sufrirlo. También puede deteriorar profundamente nuestra salud y nuestra vida.
    Pero no a cualquier precio.

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